El Zurdo



Yo nací en Caracas en el año 1948 y soy carpintero de profesión. Me interesa mi trabajo, y todavía estoy trabajando, primero, porque con la jubilación no me alcanza, y segundo, porque así estoy fuera de casa y no tengo de aguantar a mi esposa, que es una ladilla. Como jode. Siempre dice que le falta plata, pero yo estoy trayendo dinero para la casa y con sus compras locas eso se hace sal y agua. Pero ya no me voy a divorciar porque la bruja se va a quedar con la casa, y no tengo adonde ir. Así que me tomo mis cervecitas y  a veces voy al Bingo o a jugar unos caballitos, pero nada grave, claro. Soy un tipo responsable y serio. Pregúntenlo a cualquiera que me conoce. Le dirán que El Zurdo es un tipo chévere, de confiar. Pregúntenle a Paco que siempre me pide plata prestada y también ayudo a varios amigos que tengo, cuando me lo piden, claro.
Antes yo iba a misa, porque era una costumbre que yo tenía desde la infancia. Además, me hacía sentir como una emoción, yo que sé, cuando el cura cantaba y todos lo seguían. Yo sentía una unión con la gente, me gustaba ir. Estaba orgulloso de ser carpintero porque Jesús era carpintero. Pero hace diez años atrás perdí a mi único hijo. Lo atropelló un carro. Tenía sólo dieciséis años. Ahora estoy un poco enojado con Dios. Desde que se llevó a Miguelito, no he ido más a la Iglesia, y no creo que vaya por voluntad propia. Creo que Dios me ha fallado.
Mi esposa ha tenido varias pérdidas, y fue un embarazo difícil. Pero Miguelito era un sol. La verdad que me cuesta hablar de eso, pero creo que él era lo único importante para mí. Mi mujer no me importa. Es una loca. Siempre me hace la misma comida y ya hace tiempo que no tenemos nada. No es cariñosa. Así que tengo una amiguita por ahí, la ayudo con sus gastos. A veces me quedo a dormir con ella. Pero eso no sucede muy seguido, sino la cuaima se pone pesada.
Creo que mi problema es que no me interesa nada. Yo vivo pero es como si estuviera soñando. Los días pasan, y me voy haciendo cada vez más viejo, siento como un pesar en el pecho, es como si tuviera una plancha de acero sobre mí, fría y rígida. Estoy atrapado, pero no me gusta pensar en eso. Cuando veo a mis amigos, ellos están más jodidos que yo. Yo por lo menos tengo una casa, y nunca me ha faltado trabajo, gracias a Dios. Me gusta hacer muebles, gabinetes, soy meticuloso, mi trabajo me enorgullece. Pero tampoco para tanto como para estar demasiado pendiente. Ya estoy viejo y no tengo tanta energía como antes. A veces me gusta llevarme cosas pequeñas, sin que la gente se dé cuenta. Me llevo bolígrafos, mariqueritas. Dinero no agarro, no, no. Yo gano bien con mi trabajo. Pero entonces cuando me doy cuenta que ese bolígrafo me lo agarré, lo boto, me da asco.
Fumo mucho. A veces me da un poco de tos. También tengo problemas con el hígado. Los ojos los tengo lechosos, y tengo como un sarpullido en la piel, pero la verdad es que no se nota mucho. Sólo que a veces me pica y me arde, y me rasco y se pone peor. Al médico no voy ni loco. Son todos unos cuerdas de ladrones hijos de puta. A Miguelito me lo ruletearon por varios Hospitales, él estaba todavía vivo cuando llegó la ambulancia. Porque no tenía seguro. Así pasan las cosas.
Pero bueno, ya no quiero hablar más de mí.

Días Extraños



Hay días más raros que otros, los llamo “los días extraños”,
Son días de caos sin orden, son días que son ermitaños.
Esos días me despierto, y ya sé:
Este día será desde el amanecer, un día sin sombra, y
Hasta el anochecer me cuidaré de mantener el orden, ya que
Me puede pasar de todo este día:
Conocer a mi amor, o perder un  amigo!
Mi nevera se estropea, y me gato tiene diarrea,
El ascensor se rompió y el teléfono no suena!
¡Que hago?! ¿Qué diversión? ¡Qué condena!
Y no me siento bien, porque tampoco sé
Como se me ocurrió cocinar y olvidar la sartén!
La cocina incendiada, el canario asustado y el gato relamiéndose.
Entonces, limpiando la cocina incendiada, me resbalo y le doy una patada al balde de agua que se vuelca y se moja el parquet.
El gato asustado corre y tropieza un florero anaranjado, todo
Se mezcla y desaparece ya que desvanezco del estrés.
Así, cuando vuelvo en sí, ruego que este día extraño termine así.

AMOR En el Metro.



Temprano por la mañana. Se oyen por los parlantes algunos acordes de música folclórica nacionalista. Miro alrededor. Todos tienen cara de sueño y pocos amigos. Llega el tren, con gente estampada contra sus puertas, con loncheras y maletines, perfumes y malos olores. Intento entrar en el vagón pero que va – es más fácil entrar al cielo esta vez. Un viejo peludo como un lobo, vestido solo con camiseta y brillante por el sudor como bañado en aceite, se abre camino entre los demás, su grasa corporal le ayuda a hacer un hueco entre la gente apiñada, y zass…  ahí está, metido en el vagón como una vaca más, en el lugar que me tocaba a mí, pero bueno, no pelearé esta vez.
Me quedo en el andén, contando la cantidad de gente que se quedó en la misma situación que yo. “Además, ese viejo sí que era asqueroso! Parecía que llevaba un sweater puesto con ese pelero loco en la espalda y en todos lados. Y en camiseta! Guácala! Puajj!!” – pienso.
Me entretengo mirando la foto de la chica en la última página de la revista deportiva que está leyendo un hombre joven parado a mi derecha. A mi izquierda está una señora con un ejemplar de Ultimas Noticias bajo el brazo, en donde se asoman unos números de lotería y unos motorizados que están implicados en unos hechos violentos. Bueno, cosas de todos los días.
Está llegando un tren casi vacío, pero del otro lado del andén. Todos miramos con envidia a los pocos pasajeros, a quienes, al parecer, les llegan nuestros sentimientos.
Llega tambaleándose un borrachito. Viste chaqueta y pantalón que no hacen juego, y unos zapatos deportivos muy gastados color gris, rotos en las puntas. Sabe que está hediondo y no sabe que hacer. Después de quemarlo con mi mirada de “aquí no te pares que yo me puse perfume y contigo al lado me voy a poner a heder a cochino en peo” sigue tambaleándose hasta el próximo grupo de ciudadanos, a la espera de la aparición mágica de una puerta de vagón de Metro. Bueno, eso no es nada mágico: simplemente ocurre cada 15 minutos, más o menos.
Lentamente, como si hubiera un suicida dispuesto a arrojarse delante de él, va llegando el tren. El conductor parece que está aprendiendo, ya que tiene una persona al lado que le está hablando de algo y se están riendo. Después de varios frenazos bien abruptos, aparece la puerta deseada delante de nuestras narices y nuestros corazones comienzan a latir fervorosamente.
Esta vez me ayudo con la mano huesuda de la señora que tengo parada detrás de mí. Su inquebrantable voluntad de entrar sí o sí esta vez la obliga a meter su mano dentro de mis costillas, lo cual hace que invariablemente y aullando de la sensación tan desagradable, me adentre en el vagón sin sentir resistencia. Después de la señora entra un gordo bien alto, y nos empuja a todos con un golpe rápido y seco con su panza, como si estuviera en su casa y nosotros no fuimos invitados. Las puertas se abren y se cierran varias veces, la última vez apretando la ropa de una mujer joven, bien vestida, que se queda pegada a la puerta esperando que se abra, pero que va, esta vez la puerta no se va a abrir. Lentamente y como si estuviera probando los frenos el tren arranca, no sin dar antes unos cuantos movimientos súbitos que nos ayudan a distribuirnos dentro del vagón de una manera más pareja. (Graciasss, conductor!)
Entonces llega el momento de levantar la cabeza y comenzar a mirar a las personas que te rodean. Veo mi bolso y lo protejo de los amigos de lo ajeno con mi brazo. Hay varias personas que me están mirando fijamente. Luego comienzo a sentir mucha incomodidad física, ya que mi lonchera se está clavándose en mi costado. Hay un hombre atrás mío respirándome en la nuca, y no se ha cepillado los dientes, creo, porque huele mal. Otro hombre enfrente de mí dobla el brazo de la forma mas contorsionista y comienza a morderse las uñas con tanta rabia, que pareciera que las odia y no las puede ver mas. Ya casi ni uñas tiene. Pero siempre hay alguien dispuesto a hacerse la manicura en el vagón del metro, utilizando para tales fines sus afilados dientes. Saca los pellejos y se los come. Después se mira los dedos con expresión de admiración en el rostro, tipo “Que bonito me quedó el trabajo, Y QUE BARATO!!”.
Apartando mi rostro de la uña arreglada por el manicurista chimbo, que tengo a diez centímetros de mi rostro, de repente observo como una cabeza despeinada de una mujer joven se acuesta sobre el brazo flaco pero firme de un hombre, también joven, que, al parecer, la está abrazando. “Que bárbaro”, pienso, “apuesto a que estos segurito se acostaron  juntos anoche.” Comienzo a  observarlos con curiosidad y me doy cuenta que ellos no están pendientes de nada a su alrededor. Nada los estorba, no ven al señor que se saca el cebo de la oreja, el otro señor que se le salen los pelos de la nariz, no, ellos están en su mundo. Un mundo de felicidad y de amor. Se están abrazando y lo que sienten al tocarse, ese placer lechoso, parece adentrarse en el ambiente del vagón y forma como una pequeña burbujita rosada, que los protege de los violentos arrebatos de los demás pasajeros y del conductor del tren.
Están hablando. Están planeando la salida de esta noche. Y este momento para ellos es infinitamente bello y lleno de dulzura. Cuando las puertas del tren se abren y la multitud se abre paso a empujones y carterazos, oigo la pequeña burbujita rosada eclipsar.

Desarrolo de la intuición Chakral

Antes que nada, esto es un texto traducido por mí del ruso, que me llegó a mi correo.

El autor del texto es Konstantin Dovlatov:


Desarrollo de la intuición chakral

En este mundo casi todo le pertenece a aquellas personas, quienes tienen la intuición bien desarrollada. Políticos exitosos, empresarios, jugadores de bolsa - todos, de los que se habla (y todavía más, sobre los que se calla), saben usar su intuición perfectamente. Al estudiar de cerca se puede determinar, que hay muchas intuiciones. Hay muchísimas. Y dependiendo de cuál intuición es la principal, la persona construye su camino de vida.

¿Cómo yo he entendido que las intuiciones son diferentes?

El asunto está en que durante mi vida me he encontrado con personas que indicaban la existencia de intuición de manera tan exacta, y adicionalmente, confirmaban su existencia con sus actos, que no me cabe lugar a dudas. Pero, cada uno de ellos tenía la intuición para una esfera de vida diferente. Alguien sentía el peligro de manera casi animal. Otro entendía de manera clara, cuando comienza un momento decisivo en cualquier historia, y etcétera.

Yo para mí he dividido la intuición en 6 partes. Y, como corresponde, construí una teoría de su origen. Durante el trabajo con aquellas personas, que solicitaban el desarrollo de la intuición, esta teoría funcionaba, así que se podría considerar provisionalmente correcta. Pero en caso de necesidad - esta teoría se puede y necesita ser ampliada.

Entonces, comencemos.

Primera intuición – intuición del peligro. En el pueblo la llaman “Sentir con el quinto punto”. El cuerpo contiene alrededor de 4 mil millones de receptores, la información de los cuales se rejunta en 12-15 conceptos complejos, que entran en el consciente. Pero la potencia de la parte inconsciente del cerebro es completamente suficiente, para, de toda la corriente de información y de la dinámica de sus modificaciones, sacar conclusiones sobre un peligro que se acerca. El asunto queda solamente en la existencia de un canal para transmitir esta información. Con mis clientes yo para ello aumentaba las destrezas de sentir las corrientes de energía en el chakra muladkhara. O sea, en cuanto aparece el peligro, el cuerpo reacciona a nivel energético, y esta modificación se puede aprender a sentir. Las personas con la intuición del peligro desarrollada bastante seguido se hacen riesgosos, se dedican a diferentes profesiones y ocupaciones extremas. Ellos sienten claramente y bastante anticipadamente el resultado de las negociaciones, relaciones, acciones y etc. Este tipo de intuición es útil en la vida cotidiana. Por ejemplo, a veces ella dice, que hay que ir con el camino largo e incómodo. Y bastante seguido justamente en el camino, del cual uno se ha desviado, aparece el problema (bandidos, policías, camino cerrado y etc.).

La siguiente intuición está dirigida a los placeres. Una vez he observado a un tipo, quien absolutamente inequívocamente determinaba, donde se puede pasarla bien. Incluso en una cuidad desconocida el fácilmente encontraba cualquier “antro”. Asimismo él tenía olfato para las personas, con quien uno se divierte. Claro, él mismo también era bastante prendido, pero en un grupo bien seleccionado – eso es más fácil, y alegre y diferente.

La tercera intuición – intuición de las posibilidades. Ella permite sentir, quién puede resultar útil y donde está el dinero. No en el sentido físico de donde está puesto, sino cual negocio puede traer ganancias, y cual resultará un gasto innecesario de fuerzas, tiempo e inversiones. Este tipo de intuición se basa en el estómago. Hay algunas prácticas, que desarrollas específicamente este tipo de sensibilidad. Prácticamente es posible aprenderlo casi que en un día. Pero, por lo general, pocos pueden realizar este aprendizaje por sí solos.

La siguiente intuición – social. Es el claro sentimiento de las corrientes sociales y la comprensión o la sensación de, en qué onda acercarse a la persona, para que el contacto sea productivo al máximo. Esto también es la habilidad de notar en la persona las habilidades antes, de que ellas en realidad se desarrollen. Esta es la intuición de los grandes entrenadores y los grandes comerciantes. Y, desgraciadamente, estafadores…

La intuición del siguiente nivel – intuición del tiempo. O sentir el momento. A las personas con este tipo de intuición muchas veces les gusta hablar. Pero cuando llega el momento oportuno – ellas actúan, sin pensar y muy efectivamente. Ellos nunca llegan tarde a ningún lado. Si una persona así se retrasa una hora, entonces se puede estar seguro, que nada comenzará antes de su llegada. Y no porque él es el más importante, sino porque él siente, cuando es el momento correcto, y cuando es demasiado temprano.

La última intuición – ella ni siquiera es una intuición, sino el conocimiento directo del futuro. Es posible, que sea por pedazos y fragmentos. Pero sin embargo justamente conocimiento. Muchas personas con intuición de este tipo ven fragmentos del futuro. Algunos se relacionan con la intuición por el principio de hacer preguntas, a las cuales se puede responder claramente “SÍ” o “NO”.

Yo conozco a muchas personas, quienes han trabajado mucho para entrenar su intuición. Y si ellos elegían la variante de la intuición que más les conviene, el progreso era muy significativo. Si la selección era incorrecta, entonces el asunto terminaba, o en no creyendo en uno mismo, o simplemente en dinero y tiempo perdidos. Y como resultado la persona aprendía fácilmente sentir el “viento de la muerte” (es la sensación del lugar a donde va a ir la bala, si alguien te está apuntando), pero no podía aprender adivinar el color de los naipes. Otros en cambio, fácilmente aprendían a adivinar el color de los naipes de cartas, pero la sensación de peligro para ellos es un tema cerrado (temporalmente, claro).

¿Como determinar, cuales son sus chances de desarrollar uno u otro tipo de intuición? Usted puede hacer un entrenamiento de Diagnóstico de Chakras Visual, y obtener en él la respuesta para usted y aprender a verlo para los demás.


El paseo de Iván

Era una soleada mañana de septiembre. El cielo estaba completamente despejado, abierto de par en par. El sol todavía bajo, iluminaba el paisaje con suaves tonos rosáceos. Los pájaros cantaban sus canciones matutinas, algo repetitivas, como si todavía no despertaran y lo estaban haciendo de forma automática.


Iván estaba vestido para la ocasión: llevaba un espacioso pantalón de tela gruesa, botas de goma hasta la rodilla (para caminar por la mugre sin pensar donde pisar, solía decir), una camisa a cuadros, cómoda y fresca, junto con un camiseta por debajo y un sweater de lana viejo por encima. Completaban el conjunto un morral verde, una gran cesta de mimbre, un gorro y un cuchillo desplegable que estaba guardado en su pantalón.

Han pasado más de treinta años desde la última vez que él había entrado a este bosque, que fue tan importante en su infancia; el bosque donde su padre alguna vez le fue explicando y mostrando las diferentes especies de árboles, arbustos, flores y animales que lo componía.

Era un típico bosque mixto de la región central de Rusia: tenía bastantes árboles viejos, muchos caminos que parecían perderse en el infinito, y un gran número de arbustos. Sobre el suave musgo verde crecían frambuesas, fresas silvestres, muchas variedades de hongos. Justamente los recuerdos de su infancia, sobre los enormes hongos y las maravillosas fresas, fueron los que lo empujaron a esta cruzada, esta vez, mas solo que nunca.

La estación del ferrocarril había quedado atrás, e Iván ya estaba marchando por un camino de tierra, llenó de pasto seco y hojas que el viento había arrancado de los árboles que rodeaban la estación. A lo lejos, se vislumbraba el bosque que aparecía como una masa uniforme multicolor, en algunos fragmentos era de verde oscuro por los pinos, y en otras partes era mas amarillo y blanco, por los abedules, y la entrada era coronada por una hermosa hilera de arces, que hoy estaban saludándolo vestidos del más precioso color rojo carmesí.

“Recuerdo que mi padre siempre me decía que al entrar a un bosque, hay que ponerse bajo la protección de su espíritu guardián. Será verdad? O me lo decía en broma, y yo creía todo, porque era tan ingenuo como lo puede ser un muchacho de diez años?” – pensaba en sus adentros Iván mientras se aproximaba a la gran masa verde que parecía saludarlo desde lejos.

Súbitamente un gorrión pasó volando muy cerca de él, casi rozándole el gorro, como si le estuviese cortando el paso. Un extraño silencio de pronto invadió la escena. Iván se detuvo. Su corazón estaba latiendo, un poco agitado por la caminata a la cual ya le estaba agarrando el gusto. Las primeras gotas de sudor aparecieron en su frente.

“Bueno, esto debe ser una broma de los pajaritos”-pensó. “Tendré mas cuidado en el bosque, a ver si me pierdo.” En ese preciso momento se acordó que dejó la brújula en el lavamanos del baño, porque no quería mojar su preciosa correa de cuero marrón, un regalo de su difunto padre. “Nunca pierdas el Norte, hijo” – dijo su padre cuando se la regaló al cumplir dieciocho años. Pero Iván nunca la usó. Él quería un reproductor de música, como el que tenía el vecino, y ese regalo le pareció poca cosa. Ahora, ya entrado en años, estaba comenzando a ver ese regalo como algo más simbólico, como un algo que le gustaría haber usado más. Vivido más.

Recordó a su esposa, Nadia, que le acababa de dejar por un hombre más apuesto y que además tenía un automóvil Volga. El recuerdo de ese automóvil lo había enfurecido completamente. Pensó en Nadia besando a su nuevo hombre en el asiento. Sus puños se cerraron, apretó los dientes y sus ojos grises se llenaron de una tristeza infinita.

Ciertamente, había caminado en silencio, sin pensar en nada. Cuando de pronto se encontró con un gran árbol seco al costado del camino, el cual no había visto antes, quizás inmerso en sus pensamientos, casi salido de los cuadros de Archimboldo. Un viejo narigón que parecía estar gritando, o burlándose. “Pero que cosa tan graciosa. Viejo brujo, parece. Y eso que todavía no he abierto mi botellita, ya comencé a ver cosas. Muy interesante” – pensó ya más animado.

Y ya estaba llegando a la entrada del bosque. Si desde lejos el bosque se veía como una gran masa, ahora cada árbol se distinguía claramente, mostrando mucho espacio entre ellos en algunos lugares. El camino por el cual Iván llevaba caminando como unos cuarenta minutos se dividía en dos en este tramo, y el camino principal seguía hacia la derecha, mientras que el camino hacia la izquierda se hacía mas angosto y se perdía en las entrañas del bosque.

“Bueno, aquí vamos,” – dijo Iván en voz alta, como dándose ánimos. Y entró al bosque, olvidando por completo lo que su padre le había dicho en su momento.

El bosque lo recibió con una humedad serena. Enseguida sintió frío. El aire era mucho mas espeso y perfumado, olía a pino y a musgo. Iván se detuvo y miró hacia atrás, tratando de grabarse la imagen en su mente. “Así cuando me estaré devolviendo, puedo encontrar la salida con facilidad”- pensó-. Este viejo roble me servirá de punto de referencia. Yo conozco a este bosque. Yo sé y yo puedo. Ya no soy un niño”, - y siguió caminando.

Pasaron como tres horas. En el trayecto Iván había encontrado muchos hongos y se disponía a buscar un buen lugar donde sentarse a descansar y comer algo. Pronto encontró un claro bien abierto que tenía un árbol caído justo como cruzándolo. “Aquí me sentaré.” Y se sentó sin más, porque ya estaba bastante cansado. Se sacó el morral de un solo movimiento, y lo abrió. Sacó un paquete envuelto en papel periódico, y un termo. Desenvolvió el paquete que resultó ser un sándwich de salchichón y queso, y tomó unos sorbos del termo, que contenía té negro con azúcar.

Pasó como media hora sentado, comiendo despacio y mirando el contenido de su cesta de mimbre, que había crecido considerablemente, y ahora le pesaba un poco. Mas que todo se enorgullecía de un hongo blanco que encontró, que fue el mas grande que jamás había visto. Ese hongo estaba escondido bajo muchas hojas, como custodiado por guardianes invisibles. Se sentía eufórico imaginándose la cara de su vecino y amigo Mikhail, cuando se lo mostrara. ¡Qué éxito!

Otra vez vino a su mente la imagen de Nadia montada en aquel automóvil. Después pensó en su madre, que estaba enferma en el hospital. “Tengo que traérmela a casa, aunque sea sólo para morir. Nadie merece morir en un hospital y menos la madre de uno” –se dijo así mismo en voz alta. “Ahora que la bruja que tenía en casa se ha ido volando en su nueva escoba marca Volga, seguro mi madre acepte venirse a vivir conmigo. Ella nunca quiso a Nadia, decía que era demasiado arrogante, y Nadie decía que mi madre era demasiado dominada y campesina, que iba a morir en la miseria. Mi madre no soportaba la partida repentina de papá. Creo que todo comenzó por ahí. Sí, ahora sé lo que tengo que hacer”.

Lentamente comenzó a armar el morral. Guardó el termo y el papel periódico y se disponía a levantar, cuando súbitamente un terror lo dejó paralizado. Ante él estaba un lobo, un verdadero lobo, que lo estaba mirando fijamente con sus grandes ojos amarrillos. Iván quedó petrificado. No se había dado cuenta que quizás el salchichón no era el ingrediente correcto. Pero bueno... Y ahora qué? El lobo se acercaba hacia él lentamente, sin dejar de mirarlo a los ojos. Iván sacó el cuchillo y se lo mostró al lobo. “Mira, si me quieres comer, cómeme, pero de todas formas trataré de cortarte la garganta con eso” – dijo con la voz más extraña que se había oído a si mismo. El lobo dio un paso atrás, se devolvió y comenzó a irse hacia el bosque con su caminar sigiloso.

“Qué bueno que me hizo caso. Ahora quiero salir de aquí lo antes posible. ¿Dónde estoy? Vamos, vamos, por aquí debe ser un atajo. ¿Pero quién hubiera pensado que en este bosque había lobos, ¿será que no era un lobo? Entonces estoy de verdad perdido.”

En ese instante recordó lo que le decía su padre. “El espíritu del bosque puede tomar cualquier forma. Puede aparecer como una ardilla, como un alce, como un lobo. Es el guardián del bosque. Cuida que nadie perturbe su integridad, asusta a los malos y a los buenos les regala sus tesoros mas preciados” – decía.

Caminando de forma apresurada, apareció ante un lugar más sombrío, con muchos árboles secos y lleno de arbustos con espinas. Desde un gran roble seco lo estaba vigilando un gran cuervo negro. “KARRR- karrr- karr” –“Mi madre, – pensó Iván – se estaría muriendo en este momento, es tan oscuro todo esto, quiero irme ya de aquí. Creo que ya tuve suficientes experiencias por hoy. Un lobo, y ahora un cuervo! Qué va! Lo que falta es que se me aparezca un jabalí!!”

“Tus deseos son órdenes” – de pronto escuchó Iván. Era una voz grave y pacífica que parecía atravesar su mente. “Ve en paz. Eres un buen hombre, Iván. Recuerda cumplir con lo que habías pensado. Tu madre, Iván. Recuerda traerla a casa”.

Las piernas de Iván se hicieron de algodón, y casi-casi se cae a un costado. Comenzó a temblar y se sintió como abrumado. Se sentó y comenzó a sollozar, después a llorar. Pronto el llanto de Iván llenaba todo el bosque. Gemía, gritaba, aullaba como un perro. Todo parecía vibrar con el llanto de Iván, acompañándolo en su dolor. Los árboles, las plantas, los pájaros, todos estaban como inmóviles oyéndolo. Poco a poco, un suave calor comenzó a brotar en su pecho. Iván se incorporó y miró a su alrededor. Se secó las lágrimas y comenzó a caminar, arrastrando el cesto de mimbre y apoyándose en un palo grande que había recogido por el camino, después de su encuentro con el lobo.

“Cuida de ti mismo, Iván. Quiérete más, tu eres parte de todos nosotros. Necesitamos que estés bien. Todo va a estar bien a partir de ahora que has vaciado tu corazón aquí. Ve tranquilo” – escucho la misma voz grave y lenta que sonaba en su mente. “Parece un sueño, pero no lo es” – se dijo Iván. – “Qué bueno que vine hasta aquí. Ahora siento un alivio enorme. Es como si el bosque hubiera cambiado mis penas por hongos y frutas. La verdad que ha sido el mejor trueque de mi vida” – dijo Iván ahora en voz alta. “Gracias, Espítiru del Bosque!! Gracias, ahora estoy mucho mejor! La verdad es que nunca he dejado de creer en ti! Gracias, Gracias, Gracias!!! – repetía en voz alta una y otra vez, hasta que se encontró en las cercanías de la estación del ferrocarril otra vez.

FIN



Ya Comenzó AGOSTO!!!!

Es impresionante la velocidad del tiempo! Es fácil sentirse agobiado bajo el peso de los proyectos, las actividades cotidianas, todas las cosas de las que uno tiene que acordarse!
Muchas veces estas cosas resultan pesadas para mi sistema de procesamiento.
Nuestro presente es el resultado de las decisiones que hemos tomado en el pasado. A veces esto no parece verdad, hay algunas cosas que simplemente ocurren y ya.
Por eso es que es importante establecer metas y prioridades, para que la vida no nos atropelle como un auto atropeya a un perro. Por lo menos, moriremos luchando!!!

Las tos que no quiere irse

Otro día mas que paso tosiendo y tosiendo sin parar
Ya le dije a mi cuerpo que esta vez no le daré antibióticos
Que se las arregle como pueda
Que ya no quiero tomar mas veneno

Y no ha pasado nada

El cuepo me ha hecho una guerra sin fin
Para demostrarme que el que manda, es él.

Ahora sólo toso al anochecer
Pero sigo tosiendo, gimiendo y ahogándome

Que es lo que me pasará????